2 años ¿ya? 2 años, ¡ya! Al fin y al cabo, 2 años sin ti. El tiempo acaba siendo tan subjetivo como abstracto y relativo. Solo sé que hubo un tiempo en el que disfrutábamos contigo, de ti y ahora solo podemos recordarte. Y ya sabes que la resignación y yo no somos muy amigas. Toda la familia te recordamos en los buenos momentos y también en aquellos no tan buenos para que nos des ejemplo, para contactar con tu energía, para sentirte cerca a pesar de todo.
Tengo tantísimas cosas que contarte. Lo sé. Seguro que estás al día. Las novedades en el trabajo, la última explosión de risas, las clases de inglés, correr y leer, nuestro último viaje y el que está por venir … estoy convencida que no pierdes detalle de nuestro día a día. Aún así, añoro contártelo todo y que me regales una de tus miradas comprensivas, una de tus incondicionales caricietas, uno de tus Soletes, ya eternos. Se me hace difícil contarte el miedo que he tenido al volverle a ver las orejas al lobo. Maldito bicho. Todavía tengo rabia y la necesidad de gritar. Pero prefiero explicarte cómo se ha ido y cómo nos ha unido. ¡Aprendimos tanto de tu valentía y tenacidad!
Me encantaría susurrarte al oído que este año va a ser importante para Javi y para mí. Sí, sí, pasó la prueba del «novio catalán» … tú y yo ya nos entendemos 🙂 Y aunque todavía escuece imaginarme cualquier celebración sin ti, me consuela saber que estarás, de alguna manera. Siempre lo estás.
Estoy triste. Me siento feliz. Te echo de menos. Me aferro a los dulces recuerdos y a la huella, imborrable, que dejaste en nosotros para siempre; entre tú y yo, para la eternidad.